jueves, 5 de agosto de 2010

Edelmiro y una mañana

Había una vez, un señor al que extrañamente le decían “Romualdo”, aunque su verdadero nombre era EDELMIRO . Se levantaba por la mañana, cuando la LLUVIA golpeaba su ventana, a prepararse un rico OMELET. Pero la mañana no sólo transcurría en eso, es más, el tipo, a la hora de levantarse, hacía todo un ritual para organizar su desayuno, el cual era solamente un solo omelet.
La primer gota que acariciaba su ventana era la que le permitía abrir su OJO izquierdo y la segunda le permitía abrir el derecho, y así sucesivamente con el resto de su pesado cuerpo… con cada gota movía un MUSCULO hasta sentarse en la cama.
Al levantarse caminaba ligero como un CIENPIES hasta llegar al patio donde se encontraría con el TULIPAN de todos los días, lo tomaría y volveria con la misma ligereza a entrar a la casa dónde todo era TIBIO, dónde el AIRE tomaba consistencia de vientre materno y de encuentro furtivo entre UPULAS e IBRIZOIDES… era como volver a nacer… o mejor, volver al inicio de los inicios… al cerrar la puerta incrustaba su OCICO en el tulipán para sentir su AROMA, en ese instante cerraba sus ojos de mil SERPENTINAS y dejaba escapar DIECISEIS lágrimas. Los volvía a abrir, dirigía su mirada a la cocina y, con la ligereza de ese cienpiés, corría a la heladera por los huevos, luego al cajón de los cubiertos por un TENEDOR, y después a la alacena por un tarro VIOLETA con huecos arreglados por él mismo.
Tomaba los huevos y los rompía uno por uno dentro del tarro; agarraba el tenedor, siempre con su mano izquierda, y con la boca exageradamente hacia un costado y la mirada fija en los huevos,los cuales se encontraban hacia el otro costado, comenzaba a batir de manera EXASPERTANTE, por cinco minutos. Al terminar daba un salto, giraba abruptamente en su propio eje para así comenzar su DANZA matinal alrededor de la mesa de desayuno, donde, la noche anterior, habia acomodado sistemáticamente pilas y pilas de platos y vasos para poder, con su danza, destrozarlos caóticamente con sus brazos tal como una HAMACA golpea la cabeza de un niño inocente al volver cuando éste cae accidentalmente de la misma!
Llega al sartén, prende el fuego con una pata levantada como una PALOMA mientras TARAREABA un tango gris de la época en que su únicoAMOR, una rata con demasiada mala onda del RATACLAN de la esquina, le dio vuelta la cara de una cachetada al querer robarle un BESO que le daría la LUMINOCIDAD eterna de un EDEN aún desconocido para él, un extraño ESPECIMEN de edad avanzada con cara de CASTOR, cuerpo de CHUPACABRAS y patas tan deformes como una TUTUCA.
Hechaba al sartén hirviendo un chorro de aceite y liberaba allí los huevos previamente batidos. A los pocos segundos se comenzaba a sentir el OLOR que llenaba su mente de comidas preparadas con huevos, los cuales se aparecían, como por arte de la RIMBOMBANCIA, sobre la mesa… al igual que los niños perdidos de Peter Pan imaginaban sus comidas, pero luego se desvanecían
Mientras esperaba para darle la primer vuelta a los FLUIDOS amarillos, comía un CARAMELO de ALGODÓN lleno de pelusas que había encontrado en su bajomesada, revolviendose el orificio derecho de su nariz para sacarse un MOCASO que le venía molestando desde hacía ya algún tiempo. De repente, como un FLASH, da vuelta el omelet con MIEDO de que se le caiga al piso, tal como le había ocurrido el día anterior, que se tuvo que sentar en el FRIO suelo a comerse su omelet tibio. Hace tres pasos hacia atrás y lleva, aún más atrás, su TORAX para poder realizar mejor sus maniobras en un REMPIMPOROTEO de movimientos rápidos y difíciles.
Al terminar de cocinar su omelet y de tararear el tango melancólico, se decide por sentrarse, de una buena vez, a comer su exhaustivo desayuno. Toma el tulipán y lo pone dentro de una botella de vino MALVEC ya añejo de varios años de pertenecer al extraño rito. Edelmiro se sienta en su silla chueca.
Ese día era JUEVES, un día mas de ROTULO de sus condenados ABRILES. Suspira, porque sabe que está solo en la SOLEDAD del SILENCIO de su destrozada cocina. Come el primer bocado, con un NUDO en la garganta. Siente el RENCOR de cuando era niño, y escucha a lo lejos ese bendito “ANDATE” que le gritó su madre, llena de vergüenza y sintiendo la IMPOTENCIA de no poder seguir viendoló, sólo por ser FEO. ESTANCADO dentro de sus DESENGAÑOS, Edelmiro siente el ENCIERRO de su triste ALMA. Vuelve a suspirar y se levanta pausadamente tomando un vado roto del suelo para ir a buscar un poco de AGUA al RIO . Pasos pesados lo conducen a la puerta trasera de su casa, baja las escaleras, arrastra sus piés hasta el bado, se arrodilla y llena el vaso con agua; se vuelve a levantar y con el mismo ánimo regresa. En el corto camino se encuentra un DURAZNO en la ARENA. CASI lo pisa, pero al verlo, quita su deforme pié y lo toma con su mano del medio. Lo ESTUDIA exhaustivamente, sonríe y decide conservarlo. Mientras subía nuevamente las escaleras piensa llamaralo COPITO, porque al parecer había caído antes de tiempo de su árbol y no tenía color alguno.
Edelmiro se sienta felizmente en su silla chueca, corre de un manotazo su omelet diario, el cual cae violentamente al piso, y pone en su lugar a Copito. Pasa horas y horas mirandoló, enamorándose de su nueva posesión, cuando de repente desde dentro del durazno sale un GUSANO extrañado por el lugar desconocido, se pasea unos segundos por el durazno, lo que provoca una ira incontrolable en Edelmiro, quién se levanta tirando la silla chueca, y de un manotazo hace CATARSIS de guzano sobre la mesa astillada. Toma a copito con las dos manos suavemente y se lo lleva al pecho para darle su calor. Camina hacia un mueble torcido, que se encontraba en el cuarto contiguo, abre una de sus PUERTAS y de ahí saca un poco de PURPURINA azul, que un ELFO le había entregado antes de morir accidentalemente a causa de una CACHUFLETA perdida que en su MAGNO susto le lanzó un veneno mortal para elfos de purpurinas azules.
Con Copito en su mano de la espalda, una escoba en la derecha, la purpurina azul en la izquierda y un SABROSO PUPU en su mano del medio, Edelmiro camina hacia su CUCHETA de una cama. Se sienta, le hecha un poco de purpurina azul al durazno, el cual de repente comienza a madurar rápidamente soltando al finalizar una hoja del verde que tanto le gusta a Edelmiro.
Se recuesta, ya cansado de tantas emociones sufridas esa rara mañana, cierra sus ojos lentamente sin perder de vista al durazno hasta quedarse completamente dormido… o mejor, hasta quedarse totalmente SUPERCALIFRAGILISTICOESPIALIDOSO.

FIN

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